El Congreso vive la disyuntiva de recuperar su imagen y eficiencia con una presidencia sin hipotecas o de perderla aun más en el abismo de un cambalache de votos por ventajas subalternas y oscuras.
Es el caso, por ejemplo, de los disputados votos del fujimorismo, del humalismo y de Unión por el Perú, que no van a ningún lado si no están amarrados a sus respectivos intereses.
Los votos juntos de estas tres fuerzas tienen tanto peso como para inclinar en la balanza el plato del candidato capaz de "comprarlos".
¿Víctor Andrés García Belaunde tendrá la entereza y la sagacidad de comprometer a su favor los votos encontrados del fujimorismo, del humalismo y de UPP, y, por supuesto, los de su bancada, Alianza Parlamentaria, en función de una presidencia legislativa sin hipotecas?
García Belaunde trabaja una candidatura que podría terminar llevándolo de las narices y en procesión a jugar el papel de un desestabilizador de su propio proyecto supuestamente democrático y bien intencionado.
¿Podrá Javier Velásquez Quesquén lograr una adhesión realmente sana con los aliados que busca, entre ellos Unidad Nacional, el fujimorismo, Renovación y algunos independientes, de manera que no tenga que sentirse en deuda con ninguna de estas agrupaciones una vez elegido y juramentado?
La otra candidata, Fabiola Morales, de Solidaridad Nacional, compensa la falta de adhesiones partidarias concretas, incluso dentro de Unidad Nacional, con la ausencia de rechazos. Pero nada descarta cualquier eventual repunte frente a sus contendores a la hora en que estos pudieran enfrentar algunos graves reveses. Morales vendría a ser la carta final de una posible transacción, que igualmente tendría que evaluarse en términos políticos y éticos.
Así las cosas, vemos con tristeza que mientras la tendencia de la candidatura de Velásquez Quesquén es gobiernista y la de García Belaunde opositora, no hay postulación que quiera simplemente encarnar la puesta del Congreso al servicio del país. En todo caso esperaríamos que las candidaturas del Apra y de AP dejaran de pensar en el Gobierno o contra el Gobierno para pensar en una agenda legislativa que no existe, que nadie desea construir y a sabiendas de que lo poco hecho por ella en materia de reforma constitucional está por las patas de los caballos.
Realmente no hay voluntad política en el Congreso para candidatear por el Congreso mismo. Es una pena que a pocos días de la elección de su presidencia ese sea el pobre horizonte que nos permite ver la realidad pura y dura.
Por: Juan Paredes Castro (El Comercio)
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